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Ana-Maria Marinescu
Ana-Maria Marinescu
Dinamizadora cultural

Cuando vine a España, hace nueve años, entendía un poco el español, sabía algunas palabras, pero no era capaz de hablar. Por eso, mi primera preocupación fue la de aprender el idioma cuanto antes para poder expresarme, integrarme, encontrar un trabajo, es decir, poder empezar a vivir “normal” en un país extranjero que había elegido como mi nueva patria. El mejor método para mí ha sido aprender el idioma por mi cuenta, con un manual Larousse para la parte teórica, y viendo la tele con todas la películas subtituladas para la parte práctica. ¿Por qué sola? Porque lo primero que intenté, que fue ir a unos cursos de español para inmigrantes, impartidos por una asociación de inmigrantes, no dio ningún resultado. La clase me pareció un caos, no tenía nada que ver con la forma en la que se estudiaban los idiomas en mi país. Sólo se enseñaba vocabulario, nada de gramática. Así que lo dejé, y empecé a estudiar por mi cuenta. A los dos meses ya podía hablar y bastante correcto. Después quise mejorar y me apunté a la universidad.

Al pasar los años, me acordé de aquellas dos primeras clases de español a las que asistí. Ahora me toca de nuevo estar allí, pero al otro lado de la cátedra. Ya no soy una alumna, sino la profesora. Me acordé de la gente de aquella época: jóvenes, personas mayores, de distintas nacionalidades, con diferentes niveles de educación, y pensé: “Por lo menos mis alumnos son todos rumanos...”. Pero sigue habiendo el mismo problema: la diversidad en la clase. ¿Qué tienen en común mis alumnos? Todos son rumanos, todos llevan poco tiempo en España, todos quieren aprender el idioma. Hasta aquí, todo bien. Pero hay un problema: la diversidad del grupo.

Al inicio del curso que estoy impartiendo, les hice a mis alumnos un pequeño cuestionario para “medir” la diversidad del grupo y saber sus expectativas. Les pregunté también si querían que les hablase solamente en español y allí hubo opiniones contrarias. La gente joven estuvo de acuerdo, mientras las personas mayores no. Para encontrar un término intermedio, lo que hago es hablar todo lo que pueda en español y repetirlo en rumano.

Fue difícil adaptar las clases para que haya un denominador común. Los fines de los alumnos también son distintos: algunos quieren sólo aprender a hablar, otros saben hablar, pero quieren aprender a escribir correctamente. La mayoría quieren encontrar un trabajo mejor y saben que el español es fundamental, otros quieren hacer cursos de formación y pocos quieren hacer amistades.

Hay que tener en cuenta otros factores, los que dificultan la enseñanza y el aprendizaje en mi clase:

  • La edad (mis alumnos tienen desde 16 hasta 60 años). La capacidad de asimilar no es la misma con 16 que con 50-60 años.
  • El nivel de estudios. Si el alumno tiene dificultad en leer y escribir, la enseñanza de un idioma extranjero resulta muy complicada. Hay alumnos a los que les tengo que dar primero una clase de gramática rumana para que puedan entender la española.
  • El conocimiento de otro idioma. A veces el conocimiento de una lengua extranjera facilita el aprendizaje de un nuevo idioma porque se supone que se despierta un sexto sentido. En mi clase, lo noto con los jóvenes que están estudiando inglés y tienen mucha facilidad para aprender el español. Pero en el caso de la gente más mayor, que ya tienen conocimientos de inglés o de francés, tienen la tendencia de olvidar que están en la clase de español y, sobre todo cuando se trata de la pronunciación, emplear las reglas de dichos idiomas. Julio se convierte en /d3 u l i o/, el paraguas en umbrella, etc. Tengo un alumno que hasta me contesta en inglés y un día me preguntó si podíamos dar la clase de español en inglés porque lo controla mejor que el rumano.
  • El entorno laboral y el ámbito social. Se nota mucho la diferencia de nivel de español, sobre todo hablado, teniendo en cuenta estos dos factores. La mayoría de mis alumnos rumanos trabajan con rumanos, viven con rumanos y residen en una localidad (Coslada) donde hay muchos comercios rumanos. Por lo tanto, el uso del español se ve restringido al aula y a las ocasiones que tienen que realizar algunos trámites legales, lo que es muy escaso.
  • Los horarios. El hecho de que los alumnos no son sólo estudiantes, sino tienen que trabajar, hace que el rendimiento en la clase no sea el máximo, y la falta de tiempo libre impide profundizar en casa los conocimientos adquiridos en clase.

Independientemente de la motivación de cada uno de los alumnos, estar allí para ellos - mis connacionales - es muy gratificante. Es mi granito de arena para ayudar a los demás y espero que lo esté haciendo de la mejor manera posible. ¿Lo he conseguido? Tendrán que decirlo mis alumnos...

Ana-María Marinescu

Dinamizadora cultural

Centro Hispano Rumano del Corredor del Henares

Travesía del Curtidor, nº 1

28820 Coslada

Tfno. 91 674 12 63.

Pincha aquí para ver CV de Ana-Maria Marinescu

Ana-Maria Marinescu

Ana-María Marinescu es licenciada en Filología Inglesa y Rumana por la Universidad de Craiova, provincia de Dolj, Rumanía. Antes de llegar a España, hace nueve años, estuvo impartiendo clases de inglés en un colegio público de su distrito natal, Teleorman. Al llegar a España, también trabajó como profesora de inglés en varias academias privadas de Torrejón de Ardoz. Después de haberse matriculado en el Programa de Doctorado en Lenguas Modernas de la Universidad de Alcalá de Henares, consiguió una beca del Ministerio de Educación, Investigación y Juventud de Rumanía. Aprobó el trabajo de investigación y la suficiencia investigadora con Sobresaliente y está actualmente elaborando su tesis doctoral, intitulada: “Proverbs at Work: A Contrastive Study According to the Semantic Relation of Oppositeness Inside Romanian, Spanish and English Proverbs”.

Durante tres años estuvo trabajando en la Editorial Pearson Educación de Madrid. La colaboración con uno de los medios de comunicación para los rumanos en España le hizo acercarse mucho más al mundo de los inmigrantes procedentes de Rumanía y, desde septiembre está trabajando como dinamizadora cultural en el Centro Hispano Rumano del Corredor del Henares, impartiendo clases de español, inglés y rumano.

“En el caso del español, elegí ser autodidacta, porque mi formación me lo permitía, pero siempre conviene que haya un profesor que te enseñe el idioma y aclare tus dudas”, confiesa Ana-María, que nos cuenta su experiencia como profesora de español para el colectivo de rumanos.

 

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